Desde hace varios años hemos visto cómo han surgido palabras como “Reiki, biodanza, arteterapia, fitoterapia, acupuntura, o cromoterapia tan solo por mencionar algunas. A estas se les conoce como “terapias alternativas”, que han ido tomando posición en la sociedad y que a un número importante de personas les abre diversas interrogantes.
Si acudimos a la conocida Wikipedia, encontraremos la siguiente definición de “Medicina alternativa”: diversos procedimientos o terapias empleados con el fin de curar a las personas, que no pertenecen al campo de la medicina convencional y que carecen de denominador común, excepto, la falta de evidencia científica de su efecto.”
Por su parte, otros tienden a definirla como aquellas prácticas con las que se sana y están basadas en métodos naturales, que poseen una concepción global de la salud y de la persona, pero que no se limitan al tratamiento de los síntomas (como suele hacer la medicina tradicional) sino que van en busca de las causas internas o externas que han conducido al desequilibrio bien sea corporal, mental, emocional o espiritual.
En su mayoría, dichas terapias se encuentran basadas en filosofías o escuelas de pensamiento orientales, que la medicina occidental convencional no utiliza, no comprende y en muchas oportunidades no acepta.
Existiendo tal disparidad de opiniones y fuentes, lo más sensato es buscar una opinión propia que esté basada en la propia experiencia. Lo importante es poner una etiqueta que señale como “efectivo” a todo lo que nos ayude a evolucionar en nuestro camino.
Si se trata de un terapeuta tradicional o un terapeuta alternativo, si es un amigo muy querido o un simple desconocido en algún momento puntual, si es una flor o quizás un santo, o bien, el poder de nuestra propia mente, siempre será importante que para nosotros sea “efectivo”.
Hay tantas personas en el mundo donde existimos que tienen nuestras semejanzas y nuestras múltiples diferencias, esos gustos peculiares y maneras de ser y de estar. Todo nos lleva a plantearnos una gran interrogante: ¿es efectivo para todos lo mismo?
Para los profesionales terapeutas saben que las personas para sanar sus heridas necesitan hablar, mientras otras necesitan que les hablen. Algunas prefieren escribir sus emociones y el caso de otras es otras pintando. Cada quien cuenta con su forma particular de curar su propia alma.
Muchos terapeutas se han dedicado a buscar nuevas formas y estrategias con las que pueden ayudar a estas personas a encontrar su propio camino y de esa forma sanar, encontrándose con las terapias alternativas. Inicialmente, puede que sus mentes analíticas y racionales no los dejen comprender la manera en que funcionan estas técnicas, pero se han visto impulsadas a probarlo en el afán de ayudar a otros.
En el camino de la experimentación es posible encontrarnos con la terapia floral o el Reiki. En el caso de muchos, el “efecto placebo” no funciona pues mayormente las personas son de las que piensan: “esto de seguro que no hará nada” y si llega a hacer algo: “seguro que ha de ser por mera casualidad”.
Hay terapeutas que han probado en ellos los sutiles efectos, para los que han tenido que estar muy atentos y conscientes, pero estos han sido efectos profundos que han transformando sus formas de ser y de expresarse en el mundo. De modo que, en el camino de encontrar la forma de ayudar a otros, han encontrado caminos que les ayudan en su propia evolución y que sintonizan con sus formas de ser y de aprender. Entonces, posiblemente nos estemos preguntando si son efectivas las terapias alternativas, a lo que se podría responder que sí.
Se trata de caminos alternativos, formas de sanar alternativas a otras que son más conocidas; pero lo importante en medio de todo no se encuentra en hacer una comparación con lo alternativo o con lo convencional, o quizás en buscar cuál de las dos es la más efectiva de todas, más bien se trata de encontrar la más efectiva para cada uno de nosotros.